miércoles, 17 de mayo de 2017

Las escuelas de párvulos en España durante el siglo XIX: Su desarrollo en la época de la Restauración.

Aquí os dejo un árticulo de Carmen Colmenar Orzares, es bastante bueno, donde explica la evolución las escuelas de parvulos en España.

LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA
DURANTE EL SIGLO XIX: SU DESARROLLO
EN LA ÉPOCA DE LA RESTAURACIÓN
CARMEN COLMENAR ORZAES
Universidad Complutense
I. INTRODUCCIÓN
«El hombre debe ser interrogado, dirigido, en una palabra, educado, desde su
primera aparición en la tierra, según la naturaleza de su ser y puesto en posesión
del libre empleo de sus fuerzas»1.
«Durante estos primeros años se configuran las bases del desarrollo psicológico
de la persona. La educación desempeña un papel crucial en la estimulación y guía
del desarrollo de las potencialidades del niño. Ese papel no se cumple por el simple
contacto de unos niños con otros o con los adultos. Exite una intencionalidad
educativa por parte de los profesores, una cuidadosa planificación de experiencias
y actividades...»2.
Entre ambos textos media más de siglo y medio de tiempo. El primero de ellos
recoge las palabras de Froebel, el segundo está recogido del Libro Blanco para la reforma
del sistema educativo actual. Compartimos el pensamiento del pedagogo alemán
del siglo XIX, siendo conscientes —como él ya lo vislumbró— de que la educación
constituye un proceso de desarrollo integral de la persona, que debe iniciarse desde la
primera infancia. La educación recibida en esta etapa de la vida humana marcará la
evolución educativa posterior. En nuestro actual sistema educativo (puesto en marcha
por la L.O.G.S.E.) este pensamiento y su concreción están ya plenamente insertos, si
bien aún quedaría —en nuestra opinión— una laguna a solventar: la consideración
de la educación infantil como un nivel escolar obligatorio.
En este trabajo nuestro objeto de estudio será el desarrollo institucional de la educación
infantil en España, durante la centuria anterior, constatando la situación de
este nivel educativo a finales del siglo XIX. Desde entonces y hasta ahora, la educación
infantil habría de recorrer aún un largo camino, durante nuestro siglo, hasta ser
considerada como nivel escolar con inequívoco sentido educativo y siendo objeto de
especial atención dentro del sistema formal de educación.
1 FROEBEL, F.: La educación del hombre. Cit. por ALCÁNTARA GARCÍA, P. DE: Manual teórico práctico
de educación de párvulos según el método de los Jardines de la Infancia de F. Froebel, Madrid, Imp. del
Colegio de Sordomudos y de Ciegos, 1879, p. 22.
* MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA: Libro Blanco para la reforma del sistema educativo,
Madrid, 1989, pp. 103-104
90 CARMEN COLMENAR ORZAES
Las escuelas de párvulos surgieron unidas al proceso de institucionalización de la
educación y, por tanto, en estrecha conexión con la evolución de la mentalidad social
respecto a la infancia, por una parte, y con las circunstancias socio-económicas y políticas
de cada país, por otra. Ambos factores propiciaron conjuntamente la aparición
de dichas escuelas.
Desde la Antigüedad, distintos autores, a lo largo de la Historia, se plantearon la
necesidad de educar al niño desde su primera infancia, pero este pensamiento no
arraigó —desde el punto de vista de creación de instituciones adecaudas— hasta finales
del siglo XVIII. Las primeras que se crearon respondieron a una finalidad netamente
benéfica o asistencial, que tenía precedentes aislados en épocas anteriores, pero
que, durante las fechas indicadas de fines del XVIII, se plantea con mayor fuerza,
como respuesta a las necesidades socio-económicas impulsadas por la «revolución
industrial», que venía gestándose en Inglaterra desde la segunda mitad de dicho siglo.
La industrialización tuvo consecuencias de diversa índole, que —en el plano demográfico—
supuso grandes migraciones de las zonas rurales hacia los núcleos urbanos,
en torno a los cuales se concentraban las fábricas recién surgidas. El empleo masivo
de trabajadores en ellas conllevó la necesidad de agrupar en instituciones próximas a
las mismas a la población infantil, que aún no podía ser incorporada al mercado de
trabajo.
En este contexto surgen las primeras escuelas de párvulos, por iniciativa, en general,
de personas o sociedades filantrópicas. El carácter de estas primeras escuelas es,
pues, fundamentalmente asistencial, más que educativo —salvo contadas excepciones—
y, dada esta característica, fueron dirigidas, en sus orígenes, hacia los sectores
más débiles económicamente de la población.
II. EL NACIMIENTO DE LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA
En nuestro país el proceso de aparición de las primeras instituciones parvulistas,
sigue un desarrollo semejante, en líneas generales, aunque lógicamente adaptado a las
peculiares características socio-económicas y políticas de la España de la primera
mitad del siglo XIX.
1. Algunos antecedentes históricos
Señalábamos hace un instante que las primeras iniciativas, propiamente dichas de
educación de párvulos, datan en nuestro país de la centuria pasada. Sin embargo esto
no implica que no hayan existido, con anterioridad, precedentes teóricos e institucionales
en relación con la primera educación infantil.
En primer lugar es obligada la alusión al pensamiento pedagógico de Quintiliano,
quien propugnó una educación temprana, en la idea de que los primeros aprendizajes
son los más consistentes y perdurables. En sus Instituciones Oratorias sustentó la idea
de que los menores de siete años debían ser también formados en las letras y «que (el
aprendizaje) sea un juego, que se le pregunte (al niño), que se le alabe y que nunca se
le deje alegrarse de lo que no sabe; cuando se resista a aprender enséñese a otro hacia
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 91
el cual sienta envidia»3. Para la enseñanza de párvulos aconseja el uso de algunos artificios
que la convierten en juego, tales como alfabetos de letras movibles de marfil o
de madera, tablillas donde las letras estén grabadas, para que siguiéndolas con el punzón
o estilo, se acostumbrase la mano infantil a sus trazos, etc.
Desde el punto de vista institucional, algunos autores señalan que las primeras
escuelas de párvulos, surgidas en España, para fines de asistencia y cuidado de los
niños pequeños, datan de la época visigótica, siendo creadas por San Isidoro de Sevilla
y por el Obispo Conancio, en Palencia en los siglos VI y VII4. En realidad, el término
es impropio, ya que dichas instituciones eran escuelas monacales, donde asistían
los hijos de arrianos y judíos, quienes al cuidado de un pedagogo «santo» eran
introducidos en la enseñanza simultánea de la lectura y la escritura, así como en el
culto cristiano5. A pesar de que las noticias de esta época son bastante escasas en
cuanto al tema que nos ocupa, no podemos descartar la existencia de instituciones
asistenciales, tuteladas por la Iglesia, fundamentalmente, cuyo origen se remonta a la
Alta Edad Media.
Como antecedente significativo a las escuelas de párvulos en España, posteriores a
los ya citados, los historiadores de la educación nos remiten a la existencia de las llamadas
«escuelas de amiga», mencionadas ya en tiempos de Góngora (2.a mitad del
siglo XVI- 1.a del siglo XVII) en un célebre romancillo de este autor:
«Hermana Marica,
mañana, que es fiesta,
no irás tu a la 'amiga'
ni iré yo a la escuela...»6.
Esta «amiga» o «escuela de amiga» era una especie de modesta guardería infantil
que, en una habitación de su casa, sostenía una mujer cuidando de los niños por una
pequeña retribución económica, durante cinco o seis horas diarias. Los niños que a
ellas asistían pasaban la mayor parte del tiempo recitando oraciones y entonando canciones
y en ocasiones se les enseñaban las letras y números. Según testimonia M. B.
Cossío, ésta fue en España la primera idea de la organización rudimentaria de las
escuelas de párvulos, considerando este autor a estas iniciales escuelas como asilos
para guardar a los niños durante el día, sin condiciones pedagógicas. Este autor confirma
que perduraban aún en las décadas iniciales del siglo XX7.
2. Primeros intentos oficiales y fundación de la primera escuela de párvulos en Madrid
El nacimiento de la primera escuela de párvulos de España estuvo íntimamente
ligado a las circunstancias políticas del país, las cuales marcaron la trayectoria que
3 QUINTILIANO, M. F.: Instituciones Oratorias. Libro I. Proemio. Cit. por GARCÍA GARRIDO, J. L.
en «Trayectoria histórica de la educación preescolar», VARIOS: Enciclopedia de la educación preescolar, t. 7,
Madrid, Diagonal/Santillana, 1986, p. 48).
4 MAÍLLO, A.: Manual de educación de párvulos, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1966 (3.a
edic.), p. 12.
5 GALINO CARRILLO, A: Historia de la Educación. Edades Antigua y Media, Madrid, Gredos, 1973
(2.a edic), pp. 428-429.
6 Cit. por MAÍLLO, A., en: Op. cit, p. 12.
7 COSSIO, M. B., La enseñanza primaria en España, Madrid, R. Rojas, 1915 (2.a edic. renovada por
L. Luzuriaga), p. 95.
92 CARMEN COLMENAR ORZAES
habría de seguir su fundador: D. Pablo Montesino (1781-1849). Durante esta época,
España presencia la configuración de un sistema nacional de educación, que dará sus
primeros pasos a fines del siglo XVIII con las reformas educativas de Carlos III, hacia
la secularización de la enseñanza, y hallará su máxima expresión con la promulgación
de nuestra primera Ley General de Educación: La Ley Moyano de 1857. La política
educativa desarrollada antes y después de la ley Moyano será fiel reflejo de las tendencias
políticas en el poder: liberales y absolutistas, primero; moderados y progresistas
después.
En esta coyuntura histórica, Pablo Montesino, comprometido políticamente con
el ideario liberal, tuvo que exilarse al inicio del segundo período absolutista de Fernando
VII, a fin de evitar las consecuencias de la dura represión y depuraciones, que
a él —como a tantos otros— le valieron una condena a muerte8. Montesino consiguió
escapar a Inglaterra, país donde transcurrió su exilio durante 11 años. Durante
su estancia allí comenzó a interesarse por la educación, ante la necesidad inminente
de instruir a sus propios hijos. De aquí nació su improvisada vocación pedagógica,
que legaría a nuestro país una de las más señeras figuras en este ámbito. Entró en
contacto con una abundante bibliografía pedagógica, profundizó en la lectura del
pensamiento de Pestalozzi —que había sido ampliamente difundido en aquel país—
y conoció, en su propio contexto, la aplicación de los métodos de enseñanza de Bell y
Lancaster. Conoció, asimismo, la organización escolar de la «Sociedad de escuelas británicas
y extranjeras» y las experiencias de educación de párvulos, inauguradas por
Owen y continuadas en Inglaterra por Buchanan y Wilderspin9. De estas instituciones
educativas, Montesino da puntual referencia en su principal obra sobre el tema,
su Manual para los maestros de escuelas de párvulos10.
A su regreso a España, en 1833, se convirtió en portavoz de las instituciones educativas
inglesas- y en difusor de las nuevas tendencias pedagógicas europeas, de las que
había tenido conocimiento a través de su estancia en el extranjero. Su voz fue tomando
eco en los medios oficiales españoles, ya que, por R. D. de 3 de agosto de 1834 se
mandaba establecer una Escuela Normal de enseñanza mutua y, por otro R. D. de la
misma fecha se creaba una Comisión Central, encargada de formar un plan de instrucción
primaria del reino, de la cual Montesino fue nombrado miembro. Sin
embargo, las circunstancias políticas por las que en ese momento atravesaba el país,
retrasaron el proyecto hasta 1836 (R. O. de 22 de agosto)11. De nuevo, las aspiraciones
pedagógicas de sus impulsores y los intentos del legislador se vieron frustrados
por la agitada situación política española y el paso decisivo para la creación de establecimientos
educativos para los más pequeños de nuestra población, no se pudo dar
8 MARTÍNEZ NAVARRO, A.: Pablo Montesino. Curso de Educación. Métodos de Enseñanza y Pedagogía,
Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1988, p. 41.
Pablo Montesino nació en Zamora, en Fuente del Carnero, en 1781. Estudió en Salamanca, se licenció
en Medicina en 1806 y fue médico numerario del Ejército de Extremadura desde 1807 hasta 1814.
Más tarde, fue Director de los Baños de Ledesma y de Alange y Diputado liberal durante el trienio constitucional
(1820-1823), período durante el cual votó la deposición, por incapacidad para gobernar, de Fernando
VIL
9 Ibidem, pp. 42-44.
10 MONTESINO, P.: Manual para los maestros de escuelas de párvulos, Bilbao, Imp. y Litogr. de Juan
E. Delmas, 1864 (3.a edic), pp. 2-4.
11 Ibidem, pp. 4-5.
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 93
definitivamente hasta 1838, cuando una R.O. de 25 de mayo confiaba a la Sociedad
Económica Matritense el encargo de formar una Asociación y de ahí surgió la «Sociedad
para propagar y mejorar la educación del pueblo».
En la base quinta de la constitución de la Asociación se señalaba que la Junta
directiva promovería la formación de una Junta de Señoras que, bajo su dirección,
tendría por objeto el cuidado e inspección de las escuelas de párvulos y de las de niñas
y adultas, que se fueran estableciendo12. De sus actividades, durante su primer año de
funcionamiento, da buen testimonio el Acta de su Junta general, celebrada el 4 de
agosto de 183913. Su éxito más inmediato fue lograr la inauguración de la primera
escuela de párvulos de España: la escuela de Virio14 que abrió sus puertas el 10 de
octubre de 1838 y quedó instalada en un local situado en la planta baja del Beaterío
de San José15. La escuela de Virio nació con el carácter de modelo para las de su clase;
también tuvo, desde sus comienzos, el carácter de escuela Normal16.
Enseguida, la Junta de la sociedad promotora pensó en la necesidad de contar con
unas instrucciones para la organización, funcionamiento y método de enseñanza en
las escuelas de párvulos, así como el fundamental asesoramiento pedagógico con el
que debieran contar sus maestros. A este objetivo respondió el Manual para los maestros
de escuelas de párvulos que no pretendía ser, exclusivamente, un recetario de normas
y consejos pedagógicos aplicables a los establecimientos educativos parvulistas,
sino contribuir —como indica su autor— «a dar conocimiento de algunos principios
de educación, generalmente ignorados o desatendidos a todas las personas interesadas
en esta materia de utilidad general»17. Por ello Montesino se dirige también a las
madres, a quienes considera como educadoras «naturales» de los niños, a las directoras
de establecimientos educativos privados y a los maestros y maestras de escuelas
primarias, a fin de ilustrarlos sobre las reformas que se estaban llevando a cabo en la
enseñanza en los últimos tiempos. Se puede afirmar —con el profesor Ruiz Berrio—
que el manual escrito por Montesino «durante más de cien años ha sido la obra de
cabecera de los parvulistas españoles. En ella encontramos algo más que una guía para
educadores de los pequeños. Es verdaderamente una guía sistemática de Pedagogía,
en la que la enseñanza de los párvulos sirve para ejemplificar las recomendaciones y
los diseños de organización y didáctica escolar»18.
12 Extraemos estos datos del documento de constitución de la Sociedad para propagar y mejorar la
educación del pueblo, publicado en el Semanario Pintoresco de Madrid, en 1838, y reproducido en la revista
La Escuela Moderna, 112 (1900), pp. 76-80.
13 Acta de la Junta General de la Sociedad para propagar y mejorar la educación del pueblo; o Relación de
las operaciones y progresos de esta Sociedad durante el primer año de su establecimiento, Madrid, Imp. del
Colegio de Sordomudos, 1839.
14 Sociedad para propagar y mejorar la eduación del pueblo. Instalación de la primera escuela de párvulos.
(Documento cit. en, La Escuela Moderna, 112 [1900], p. 77). El local fue concedido a esta Sociedad
a instancias del Gobierno y con la colaboración de la Junta de enajenación de conventos.
15 Cfr. Reglas para la admisión y continuación de niños en la escuela de párvulos, establecida en la
calle de Atocha n.° 115, por la Sociedad de Beneficencia destinada a propagar y mejorar la educación del
pueblo. En, Ibidem, pp. 78-79.
16 SANCHIDRIAN, M.a C: «La primera Escuela Normal de párvulos en España», Revista de Ciencias
de la Educación 111 (1982), p. 286.
17 Cit. por MARTÍNEZ NAVARRO, A. en: Op. cit., p. 45.
18 RUIZ BERRIO, J.: Recensión del libro de MARTÍNEZ NAVARRO, A. citado en Bordón, vol.l
(1989), p. 207.
94 CARMEN COLMENAR ORZAES
III. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA EDUCACIÓN DE PÁRVULOS EN ESPAÑA
DURANTE EL SIGLO XIX
Los diversos estudios existentes sobre el tema coinciden en considerar dos fases de
evolución histórica, en nuestro país, en el desarrollo de la educación de párvulos. Si
bien no todos los autores son unánimes al precisar las fechas exactas, existe acuerdo
en considerar la frontera cronológica, que limitaría en el tiempo cada una de estas dos
fases, hacia los años subsiguientes a la mitad del siglo XIX.
Partimos de la consideración sobre la artificiosidad que supone en Historia marcar
límites cronológicos exactos, ya que todo hecho histórico-educativo que se produce
tiene una gestación previa, en ocasiones difícil de definir en sus límites precisos,
pero no obstante nos atrevemos a marcar estas dos fases, en función de los criterios
socio-pedagógicos que, en nuestra opinión, las delimitan:
La primera de ellas abarcaría desde 1838 hasta 1850, es decir, desde que se funda
la primera escuela de párvulos en España por la Sociedad para propagar y mejorar la
educación del pueblo, en 1838, hasta la disolución de dicha Sociedad, en 1850, y el
paso de la escuela de Virio a cargo del Ayuntamiento, en la misma fecha indicada.
En esta primera etapa de desarrollo histórico, las escuelas de párvulos que se crearon
respondieron a los fines filantrópicos —coincidentes con el ideario liberal, heredado
de los presupuestos ideológicos de la Ilustración— y a las necesidades socio-económicas
propias del inicio de la era industrial, que se estaba gestando. Sin embargo,
dichas instituciones no tuvieron el desarrollo alcanzado en otros países europeos debido,
fundamentalmente, a las propias limitaciones de la industrialización española,
cuyo proceso fue más lento y tardío que en otras naciones europeas, como Gran Bretaña,
por ejemplo, que fue el país pionero.
Por otra parte, los benefactores fines de regeneración social que perseguían sus
propulsores, aún no habían sido asimilados por el amplio espectro social español
como una auténtica necesidad. Si la instrucción pública elemental aún no se consideraba
como un deber del Estado y un derecho real del ciudadano, aún menos podía
prolongarse esta idea a la educación de los más pequeños.
Durante esta época, el desarrollo de las escuelas de párvulos en España discurrió
vinculado a las actividades de las Sociedades benéficas y los modelos pedagógicos
siguieron el patrón inglés y el desarrollo de la influencia de las ideas de Pestalozzi,
todo ello adaptado a la realidad española, gracias a las actuaciones de algunas figuras
señeras en nuestra Historia de la educación, como Pablo Montesino, Antonio Gil de
Zarate, Julián López Catalán o Ramón de la Sagra, por citar algunos de los nombres
más significativos.
Consideramos la segunda fase de desarrollo de las escuelas de párvulos a partir de
1850, sin poner unos límites precisos en su terminación, pero sí marcada por una
serie de hitos importantes que habrían de producirse durante el último cuarto del
siglo XIX.
Los aspectos más relevantes a resaltar serían la progresiva difusión en nuestro país
del método de Froebel para la educación de párvulos y la efervescencia pedagógica
que se difunde en la opinión pública, propicia a las innovaciones pedagógicas y a la
mejora de la situación educativa española, y que tendrá, también en cuanto al tema
que nos ocupa, sus claras repercusiones.
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 95
En opinión del profesor Gómez de Castro, es ésta una etapa que se caracteriza, no
sólo por la creación de nuevas escuelas de párvulos, sino también por un cierto movimiento
en favor de estas instituciones19. Es también, al final de este período, cuando
empieza a prevalecer la opinión de que las escuelas de párvulos deben ser auténticos
establecimientos educativos y van desvinculándose lentamente de su carácter asistencial.
Se tratan de renovar los métodos —por la influencia froebeliana referida— y de
disminuir el número de niños por clase. En definitiva, se abren nuevos cauces, si bien
el camino que quedaba por recorrer, para el auténtico desarrollo de la educación
infantil, aún sería largo y costoso.
1. Primera fase de desarrollo: 1838-1850
La labor ejercida por la «Sociedad para propagar y mejorar la educación del Pueblo
» con la creación de la escuela de Virio se vio continuada, en fechas inmediatas,
con la creación de otras cuatro escuelas en Madrid20. En 1841 se abrió una escuela de
párvulos más gracias a los esfuerzos de Ramón de la Sagra. Dicha escuela se instaló en
la Fábrica Nacional de Tabacos de Madrid, para los hijos de las operarías de este establecimiento
y aunque su vida no fue larga (duró hasta 1859 en que se cerró la fábrica),
sí fue notable la utilidad que representó la escuela21.
Sin embargo, la Sociedad para propagar y mejorar la educación del pueblo
comenzó a tener dificultades económicas, al ver disminuir el número de sus socios.
Hasta tal punto se agudizaron dichas dificultades que, en 1849, el Ayuntamiento
tuvo que hacerse cargo de las escuelas establecidas en Madrid, incluyendo la de Virio,
la cual siguió manteniendo su carácter de Normal para los establecimientos de "su
clase. Por R.O. de 1850 se disolvió definitivamente la Sociedad22. Como acertadamente
expresa Carmen Sanchidrián, refiriéndose a las escuelas creadas por personas o
sociedades paticulares —y siendo únicamente subsidiaria la función del Estado—, «se
había puesto de manifiesto que, en estas circunstancias, los entes privados eran adecuados
para crear este tipo de escuelas, pero no para asegurar su mantenimiento»23.
Efectivamente, cuando dejó de existir la Sociedad, el Estado aún no había tomado
cartas en el asunto. Así lo trasluce también la legislación educativa de la época, ya
que, en concreto, tanto en el Plan del Duque de Rivas de 1836 —que no llegó a estar
vigente— como en el Plan de Instrucción Primaria de 21 de julio de 1838, simplemente
se reconocía la utilidad de las escuelas de párvulos24. El Reglamento de las
19 GÓMEZ DE CASTRO, F.: «Création des écoles maternelles en Espagne», en Conference papen for
the 4th session ofthe International Standing Conference for the history ofEducation, Budapest, Eótvos Loránd
University, 1982, vol. I, p. 121.
20 RUIZ BERRIO, J.: «Las nuevas instituciones en la enseñanza en España», en VARIOS: Génesis de los
sistemas educativos nacionales, Madrid, U.N.E.D., 1988, pp. 181-182.
21 Véase sobre este tema: SANCHIDRIÁN, C: «Las escuelas de párvulos de la Fábrica Nacional de
Tabacos de Madrid *(184l-1859)», Rev. Historia de la Educación, 2 (1983), pp. 77-87.
2 2 SANCHIDRIÁN, C: Art. cit. («La primera escuela Normal de párvulos...»), pp. 287-288.
2 3 SANCHIDRIÁN BLANCO, C : Art. cit. («Las escuelas de párvulos de la Fábrica...»), p. 86.
24 En concreto, el Plan de I. Primaria de 21 de julio de 1838, en el título IX, su art. 36 decía así:
«Siendo notoria la utilidad de los establecimientos conocidos con el nombre de escuelas de párvulos, el
Gobierno procurará generalizarlas por todos los medios que estén a su alcance». En MINISTERIO DE
EDUCACIÓN Y CIENCIA: Historia de la Educación en España. II. De las Cortes de Cádiz a la Revolución de
1868, Madrid, Ministerio de Educación, 1985 (2.a edic), p. 158.
96 CARMEN COLMENAR ORZAES
Escuelas Públicas de Instrucción Elemental, de 26 de noviembre de 1838, nos confirma
esta misma idea, al señalarse en su preámbulo que «pronto llegará probablemente
el día en que, mejor entendida la educación del pueblo, se rebaje generalmente en
España la edad para la admisión de los niños en las escuelas públicas, a menos que se
dé toda la extensión posible al establecimiento de escuelas de párvulos»25.
2. Segunda fase de desarrollo: 1850-1900
Durante este segundo período de tiempo, que hemos considerado, se producirán
importanes cambios en cuanto a la educación de párvulos en nuestro país, que si bien
no supondrán un amplio desarrollo en cuanto a creación de escuelas —en relación a
las necesidades de escolarización—, sí afectarán, sin embargo, a la nueva concepción
educativa de este primer nivel de enseñanza. Este aspecto se va a manifestar en el
impulso que se dará a la formación del magisterio para la educación parvulista y a la
introducción de nuevos métodos de enseñanza —los inspirados por Froebel— que
implicarán una renovación profunda en la educación infantil26: se pondrá en tela de
juicio el nivel de conocimientos, los hábitos, las destrezas, los ejercicios, etc., que
deberán tener y realizar los niños menores de seis o siete años en la escuela, así como
el material educativo que se debe emplear y las características de los locales destinados
a estas instituciones. En este trabajo trataremos de abordar la evolución histórica de
este nivel educativo durante estos años, fijándonos en los hitos fundamentales, que
marcaron pautas significativas para la actual configuración de la educación infantil.
Obligada en la alusión, en primer término, a lo prescrito al respecto en la Ley de
Instrucción Pública de 1857. La Ley Moyano consideraba la enseñanza primaria dividida
en tres niveles: párvulos, elemental y superior, pero sin embargo, recogía la tendencia
ya manifestada en la legislación anterior de, simplemente, recomendar el establecimiento
de escuelas de párvulos. Su artículo 105 decía así: «El Gobierno cuidará
de que, por lo menos, en las capitales de provincia y pueblos que lleguen a 10.000
almas, se establezcan escuelas de párvulos»27. Obviamente, se percibía aún en los
medios gubernamentales que las instituciones que nos ocupan no constituían todavía
la preocupación que hubiera sido precisa. Así se tradujo en la creación de escuelas de
párvulos en España durante esta época, según las estadísticas oficiales28:
Hemos de hacer notar, que la primera vez que en nuestra legislación educativa se alude a las escuelas
de párvulos es en 1695, en las Segundas ordenanzas de la Hermandad de San Casiano (véase, FAUBELL,
V.: «Notas históricas sobre preescolarización en España», Revista de Ciencias de la Educación, 79 (1974),
283-312).
25 Reglamento de las Escuelas Públicas de Instrucción primaria elemental, de 26 de noviembre de
1838. En MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA: Op.cit., p. 165.
2 6 Utilizamos el término actual de educación infantil, haciendo alusión al período educativo comprendido,
aproximadamente, entre los tres y los seis años de edad. Es decir, lo que hasta ahora veníamos
denominando como educación preescolar o nivel educativo formal, previo a la escolarización obligatoria.
2 7 Ley de I.P. de 9 de septiembre de 1857. En MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Diccionario de la Administración
española. Tomo X. Instrucción primaria, Madrid, Imp. de los Hijos de Tello, 1921 (6.a edic).
En su art. 181 se decía que los maestros de párvulos podrían ejercer mediante un certificado de aptitud
expedido por la. Junta local y visado por el Gobernador de la provincia.
2 8 Cuadro de elaboración propia a partir de las siguientes fuentes: Estadística de la primera enseñanza
de la Península e Islas adyacentes correspondiente al quinquenio de 1850 1855, Madrid, Imp. del Colegio de
Sordomudos y de Ciegos, 1858. Estadística general de primera enseñanza correspondiente al quinquenio que
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 97
NUMERO DE ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA
AÑOS
E. Públicas
E. Privadas
TOTAL
1850
41
54
95
1860
125
85
220
1867
230
343
573
1870
273
401
674
1880
347
468
815
1885
417
447
864
1903
531
1908
458
566
1.024
Por otra parte, los métodos de Montesino fueron quedando desfasados a la muerte
de su inspirador, sobre todo por la aplicación mecánica que de ellos se hacía en las
escuelas de párvulos, quedándose en lo que llama la atención a simple vista: «las
tablas de sumar y multiplicar cantadas; la distribución en clases; las evoluciones más
ruidosas: las palmadas y demás movimientos a compás; lo más visual, en fin, y más
mecánico»29. Según ya había advertido D. Pablo el aplicar estos procedimientos, sin
captar los fundamentos y esencia del método, suponía convertir las escuelas de párvulos
en verdaderas y ridiculas farsas.
De ahí que en los medios pedagógicos más avanzados de la sociedad española fuese
despertándose la idea de renovar las viejas escuelas de párvulos y para ello se fueron
haciendo eco las nuevas concepciones sobre la educación infantil elaboradas por J. F.
Froebel e institucionalizadas en los Kindergarten que, desde Alemania, iban extendiéndose
a otros países europeos. Como ha puesto de relieve el profesor Ruiz Berrio, la
introducción de las ideas froebelianas en España apareció vinculada a la difusión de las
ideas Krausistas, importadas de Alemania y que, aplicadas a la enseñanza, tuvieron su
vehículo fundamental de expresión a través de la renovación pedagógica realizada por
la Institución Libre de Enseñanza desde 1876. En palabras de J. Ruiz Berrio: «la
influencia de Krause sobre Fróbel fue muy importante, nos explicará la gran acogida
que la pedagogía fróebeliana tuvo en el movimiento de vanguardia en España»30.
2.1. Introducción de la pedagogía fróebeliana en España
Se coincide en señalar que la divulgación escrita de la obra de Froebel comienza
con la publicación en 1856 del Diccionario de Educación y métodos de enseñanza de
Mariano Carderera. Este mismo autor en la revista Los Anales de la Enseñanza, en
1859 y 1860, volvió a publicar dos artículos sobre Froebel y los Jardines de la Infancia
y en su libro, publicado en 1863, La pedagogía en la Exposición Universal de Londres
de 1862, dedica un capítulo al mismo tema. En 1866, Agustín Rius, tradujo al
castellano la obra de M. Baudouin La enseñanza primaria y especial en Alemania, en la
que aparece una exposición del método de Froebel. Un año más tarde, Julián López
Catalán dio a conocer los dones de Froebel y una serie de ejercicios, que podrían
practicar los niños en las escuelas de párvulos, en su obra El arte de educar. Curso completo
de pedagogía teórico-práctica aplicada a las escuelas de párvulos.
terminó en 31 de diciembre de 1885, Madrid, Imp. y Fund. de Manuel Tello, 1888; Estadística escolar de
España, Madrid, 1908, 2 vols.; COSSIO, M. B.: Op. cit., Apéndices, Cuadro n.° 1.
2 9 MONTESINO, P.: Op. cit., p. 39.
30 RUIZ BERRIO, J.: «En el centenario de Fróbel. La introducción de su método en España». Revista
de Ciencias de la Educación, 122 (1982), p. 442.
98 CARMEN COLMENAR ORZAES
Entretanto, en 1857, D. Fernando de Castro, que más tarde sería Rector de la
Universidad Central, viajó por Alemania y Suiza y, en septiembre, asistió al Congreso
Internacional de Beneficencia, donde la baronesa Bertha von Marenholtz-Bülow presentó
una interesante disertación (en la que se exponía fielmente el método de Froebel),
conocida como El niño y su naturaleza. A su regreso a España F. de Castro se
trajo libros y material escolar, cuyo estudio le animaría a las fundaciones posteriores31.
Las noticias que se iban difundiendo en España sobre las ideas pedagógicas y los
métodos de los Jardines de la Infancia de Froebel, pronto harían surgir los primeros
ensayos. El primero de ellos fue en una escuela de Bilbao, puesto en práctica por
Mlle. Groefle, hacia 1860. Desde 1862, José Bonilla, regente —como sabemos— de
la escuela de Virio, también inició la adaptación del método de Froebel en su escuela
y también lo hizo, hacia 1864, Juan de Macías y Julia, maestro de Escuela del Hospicio
de Madrid, quien dotó a esta escuela de material escolar, con arreglo a dicho
método, y dio a conocer algunos de los ejercicios que se realizaban en los Jardines.
Igual actividad llevó a cabo, desde estas mismas fechas, el ya citado Julián López
Catalán, en la escuela central de párvulos de Barcelona.
A partir de 1873 —en opinión de Pedro de Alcántara García— es cuando se inicia
en España una auténtica campaña froebeliana, que tendría su cénit en 1882. Examinemos
los hechos fundamentales:
En 1874 se inaugura en la Escuela de Institutrices de Madrid, fundada por Fernando
de Castro, la primera enseñanza de la pedagogía de Froebel. Se trata de la
«Clase de pedagogía especial según el sistema Froebel», cuyo profesor sería D. Pedro
de Alcántara García. Este mismo autor nos dice que las alumnas de dicha Escuela
prepararon una versión castellana del libro de Froebel La educación del hombre^1.
En 1873 la Revista mensual de filosofa, literatura y ciencias, editada en Sevilla,
empezó a publicar la traducción de la obra El niño y su naturaleza, de la Baronesa de
Marenholtz. y, al año siguiente, el mencionado profesor Pedro de Alcántara, publicó
la primera obra amplia sobre el tema: Froebel y los Jardines de la Infancia (Madrid
imp. Aribau, 1874).
Por las mismas fechas en las que nos situamos en estos momentos, en 1874, se
produce la primera intervención oficial sobre el tema que nos ocupa: nos referimos a
la O. de la Presidencia del Poder ejecutivo de la República de 31 de octubre, por la
que, en su punto primero, se dispone que «en la Escuela Normal Central de párvulos
se proceda a practicar un ensayo de la institución debida a Federico Froebel, denominada
los Jardines de niños, para poder apreciar en nuestro país los resultados que de
31 Véase sobre la introducción y posterior difusión de la pedagogía froebeliana en España: ALCÁNTARA
GARCÍA, P. DE: «Del froebelianismo en España», La Escuela Moderna (1899), pp. 424-440; ALCÁNTARA
GARCÍA, P. DE: Manual teórico-práctico de educación de párvulos según él método de Jardines de la
Infancia de F. Froebel, Madrid, Imp. del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos, 1879, pp. 3-12 y
RUIZ BERRIO, J.: Art. cit. («En el centenario de Frobel...»).
3^ Hay que hacer notar la preferencia manifiesta por Froebel de que la educación de la primera infancia
fuese confiada a la mujer y cómo, en el mismo sentido, la difusión de la pedagogía froebeliana en España
estuvo unida a la defensa de que las escuelas de párvulos fuesen llevadas por maestras y no por maestros,
auxiliados por algún miembro femenino de su familia (según había defendido Montesino y había sido tradicional
hasta ahora en las escuelas de párvulos españolas).
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 99
su planteamiento se obtendrían»33. Del ensayo se encargó al Director de la Escuela,
Sr. Bonilla, y se dotó una plaza de maestra auxiliar, que fue ocupada por Nieves Guibelalde.
2.2. Cátedra de pedagogía especial, aplicada a la enseñanza de párvulos por el sistema de
Froebel
Dos años más tarde, el R. D. de 31 de marzo de 1876 creaba una cátedra pública
especial, unida a la Escuela Normal Central de Maestros de Madrid, aplicada a la
enseñanza de párvulos por el procedimiento de Froebel, y con el objeto de que sirviera,
por medio de lecciones alternas, para la instrucción de los maestros y de las maestras,
que, además de poseer el título elemental o superior, deseasen acreditar el estudio
de esta especialidad. En el preámbulo del Decreto se hacían grandes elogios de la
pedagogía froebeliana, diciendo que «de todos los sistemas aplicados a la enseñanza
de párvulos el denominado de Froebel o Jardines de Infancia, es el que, derivado de
principios de verdadera filosofía, y del conocimiento de lo que es la naturaleza humana
en los primeros años de su desenvolvimiento, ofrece más lisonjeros resultados en la
práctica»34. Por esta disposición legislativa, en su artículo sexto, se vinculaba, además,
la escuela Normal de párvulos, sostenida por el Estado —la de Virio— a la E.N.C. de
Maestros, con la denominación de escuela modelo respecto a las de su clase y quedando
agregada, en el concepto de práctica, para los alumnos de aquella y para los de
la cátedra especial de pedagogía del sistema Froebel35. En el artículo 4.°, se anunciaba
un concurso público para la presentación de obras, cuyo objeto fuera un «Tratado
teórico-práctico de enseñanza de párvulos según el sistema de Jardines de la Infancia,
conocido con el nombre de Froebel».
El R. D. de 31 de marzo de 1876 fue cumplimentado por la R. O. de 1.° de septiembre
del mismo año, mediante la cual se dictaron las normas necesarias para el
establecimiento de la cátedra referida en la E.N.C. de Maestros y en la de igual rango
de Maestras y para la matrícula y examen de los alumnos a ella concurrentes.
El profesor encargado de la docencia, en ambas Escuelas Normales Centrales, fue
D. Pedro de Alcántara García —figura señera en nuestra historia de la educación— y
también él fue el ganador del concurso público, convocado en el R. D. de 31 de
marzo de 1876, al que nos hemos referido. Lógicamente el programa de la nueva
asignatura, que se impartió en los dos centros normalistas madrileños también fue
elaborado por este autor. Dicho programa constaba de euarenta lecciones, divididas
en dos partes, teniendo la segunda parte, a su vez, seis secciones. En la parte primera
se incluían diversas consideraciones sobre la figura de Froebel, su concepción pedagógica
y psicológica del desenvolvimiento psíquico-físico del niño y, en la segunda, se
trataba el origen de los Jardines de la Infancia, la descripción de cómo han de ser
3 3 Citado por RUIZ BERRIO, J. en: Art. cit. («En el centenario de Frobel...»), p. 444. Hay que hacer
notar que la Escuela de Virio conservó su carácter de Normal hasta 1868 (D. 9 de Dic), en que quedó
como escuela pública de párvulos.
34 Preámbulo del R. D. de 31 de mazo de 1876. En MARTÍNEZ ALCUBILLA: Op.cit., p. 11.
35 La Escuela de Virio conservó —en la práctica— su carácter de Normal hasta 1876. Los certificados
de aptitud para los maestros, expedidos por esta escuela, dejaron de ser válidos, así como los de las
otras escuelas normales de párvulos existentes, como la de Barcelona.
100 CARMEN COLMENAR ORZAES
éstos, su funcionamiento y el material y ejercicios que han de realizarse en ellos, así
como los fines educativos propuestos con dichos ejercicios. A través de las seis secciones
en que estaba dividida esta segunda parte del programa, se detallaba minuciosamente
el método pedagógico de Froebel, mediante el estudio de cada uno de los
«dones» y de los ejercicios y material que se debía utilizar para representarlos36.
2.3. La Escuela modelo de párvulos «Jardines de la Infancia»
En 1878 el Ministerio de Fomento del Conde de Toreno se dispuso a dar las normas
legales37 para la puesta en funcionamiento de la escuela modelo de párvulos, que
habría de sustituir en sus funciones a la escuela de Virio. Para ello se debía proceder a
su organización y el nombramiento del personal necesario a su objeto: un maestro
regente, una maestra auxiliar primera, dos maestras auxiliares segundas, una maestra
auxiliar tercera, un portero conserje y un jardinero. Para optar a las plazas de maestro-
regente y maestras auxiliares era necesario acreditar el poseer al menos el título de
Maestro o Maestra elemental. Las personas que ganaron la oposición a los puestos
docentes referidos fueron D. Eugenio Bartolomé de Mingo, D.a Matilde García del
Real, D.a Purificación Feltrer, D.a Mercedes Mandrión y D.a Josefa García. Al personal
de la escuela se agregó, en marzo de 1879, un médico, que debía visitar el establecimiento
todos los días.
La Escuela modelo de párvulos, denominada «Jardines de la Infancia», se inauguró
el 16 de julio de 1879 y, para ella se construyó un edificio en la calle Daoiz y
Velarde n.° 19, anejo a la Escuela Nornal Central de Maestros. Constaba de cuatro
secciones, según la edad y grado de preparación de los niños38, poseía abundante
material de enseñanza, cajas de dones y demás ejercicios freobelianos, un local espacioso
con comedor, jardín y patio de recreo, y mobiliario con mesas cuadriculadas y
bancos de respaldo. Estos aspectos citados ofrecían notables diferencias con las escuelas
de párvulos tradicionales, ya que la metodología de enseñanza se adaptaba a la ideada
por Froebel, de tal forma que las actividades que realizaban los niños de la escuela
se centraban en:
— Juegos y trabajos manuales.
— Ejercicios de agricultura, jardinería y botánica práctica.
— Ejercicios gimnásticos, acompañados de canto.
3 ° Programa de la asignatura de Pedagogía por el procedimiento de Froebel. E.N.C. de Maestras.
Archivo de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. «María Díaz-Jiménez».
(Manuscrito inédito).
3 7 Dichas normas fueron las Reales Ordenes de 24 de agosto, 5 de septiembre y 23 de noviembre de
1878. Véase Colección Legislativa de Primera enseñanza. 1877-1883, Madrid, Imp. del Colegio Nac. de
Sordomudos y de Ciegos, 1884 y Colección de Reales Ordenes y Ordenes ministeriales relativas de I.P. desde el
año 1839 hasta el 31 de diciembre de 1884, Madrid, Joaquín Baquedano, 1896.
3 8 En cada una de estas cuatro secciones se acogían niños de ambos sexos, siendo su distribución la
siguiente: en la primera, los de edades de tres a cuatro años; en la segunda, los de cuatro a cinco; en la tercera,
de cinco a seis y en la cuarta, los de seis a ocho. Esta cuarta sección se consideraba como «preparatoria
» o puente de unión con la escolarización en la enseñanza primaria. A esto hay que añadir que la distribución
por edades era flexible, atendiéndose igualmente al desarrollo físico e intelectual de los niños.
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 101
— Ejercicios de enseñanza propiamente dicha (doctrina cristiana, lectura, escritura,
cálculo, ciencias naturales, etc.) suministrada mediante las «lecciones de
cosas»39.
Los juegos manuales eran realizados por los niños mediante el manejo de los
«dones» y perseguían fines estrictamente educativos (desenvolver las facultades intelectuales,
estéticas y morales de los niños, suministrándoles conocimientos), mientras
que los trabajos manuales (entralazar, recortar, dibujar, coser, etc.) perseguían una
finalidad más dirigida al adiestramiento manual, preparando al niño para el trabajo
industrial y artístico.
Por lo que respecta al local de la escuela, resultaba novedosa su distribución en
tres partes fundamentales: la sala de trabajo y estudio —sin gradería—, donde se
hacían los juegos y trabajos manuales, así como la enseñanza propiamente dicha; los
patios, uno cubierto y otro descubierto, donde los niños jugaban al aire libre y hacían
gimnasia; y el jardín, dividido en una porción de terreno común y otras tantas individuales
(de aproximadamente un metro cuadrado de superficie), donde los niños, no
solamente practicaban el cultivo y la botánica, sino también el aprendizaje de la geografía,
la religión o la historia, «a la vista del cuadro vivo de la naturaleza», tal como
había deseado F. Froebel.
El reglamento por el que habría de regirse la escuela «Jardines de la Infancia»
quedó aprobado en 1878 (R.O. de 23 de noviembre). Estaba dividido en siete títulos,
cuyos contenidos correspondían, respectivamente: al objeto y carácter de la escuela;
profesorado del Centro; dependientes del mismo e inspección; y vigilancia de la
Ecuela40. Solamente destacaremos aquí lo referente a los objetivos con que se creó la
Escuela:
— Suministrar gratuitamente a los niños de ambos sexos, comprendidos en la
edad de tres a ocho años, la educación física, intelectual, estética, moral y religiosa
propia de su edad, mediante el método y los procedimientos de las escuelas de párvulos
instituidas por Froebel con la expresada denominación de Jardines de Infancia.
— Servir de clase de aplicación donde el profesor pueda explicar a sus discípulos
prácticamente la asignatura especial de pedagogía, establecida en las Escuelas Normales
Centrales de Maestros y de Maestras, y los alumnos ejercitarse en los procedimientos
de educación y enseñanza de los párvulos.
El reglamento aprobado para la Escuela en 23 de noviembre de 1878, quedó
vigente hasta la fecha de 20 de marzo de 1914, en que fue aprobado otro.
39 ALCÁNTARA GARCÍA, P. DE, en su libro: Manual teórico-práctico de educación de párvulos según el
método de Jardines de Infancia de F. Froebel, define las lecciones de cosas como «ejercicios de pensamiento y
de intuición a la vez, en los que partiendo de la presencia de un objeto o de su representación, se ponen en
ejercicio las facultades intelectuales del niño y le suministran a éste conocimientos útiles, valiéndose al efecto
el profesor del método interrogativo-inventivo». En este sentido sí se continuaba la tradición pestalozziana,
introducida por Montesino en España, para la enseñanza de los párvulos.
40 Pueden verse más datos sobre esta escuela en nuestro trabajo: COLMENAR ORZAES, C: Historia
de la Escuela Normal Central de Maestras. 1858-1914, Madrid, Public, de la Universidad Complutense de
Madrid, 1988, pp. 173-179.
102 CARMEN COLMENAR ORZAES
2.4. 1882: Una fecha importante para el impulso de la educación de párvulos
El año de 1882 constituyó un hito cronológico importante para la renovación de
la pedagogía española y fue significativo también para lo concerniente a la educación
de párvulos.
El gobierno liberal, que había ascendido al poder en 1881, tomó como uno de los
principales asuntos a resolver, en la España de esta época, la modernización del país a
través del fomento de la educación nacional. El equipo de hombres que integraron el
Ministerio de Fomento del nuevo Gobierno, presidido por Sagasta, estaban estrechamente
vinculados con las directrices de renovación pedagógica, marcadas por la Institución
Libre de Enseñanza, y de su actuación fue fruto inmediato la creación en 1882
de un Museo Pedagógico de Instrucción Primaria, dirigido por M. B. Cossío, y la
convocatoria de un Congreso Pedagógico Nacional, en ese mismo año.
Por lo que respecta a la educación de párvulos la fecha de 1882 fue también en
extremo significativa, ya que, por R. D. de 17 de marzo de 1882 se confió a la mujer
la dirección de las escuelas de párvulos, se creó un Patronato General, encargado del
régimen general e inspección de estas escuelas41, y se creó un curso teórico-práctico
para la educación de las futuras maestras de párvulos en la Escuela Normal Central de
Maestras de Madrid42. Unos meses más tarde, en agosto del mismo año, se llevó a
cabo una importante reorganización de esta institución citada, que supuso el colocar
la formación de maestras en España a la altura europea, así como un fuerte impulso al
fomento de la educación de la mujer en general.
Por otra parte, la celebración en Madrid del Congreso pedagógico nacional antes
citado, entre el 28 de mayo y 5 de junio de 1882, confirmó también la preocupación
que se sentía en los ambientes pedagógicos españoles por la educación de párvulos y
las mejoras de este tipo de escuelas. El Congreso reunió a 2.182 congresistas (de los
cuales 431 eran mujeres) y en la cuarta de sus seis secciones, importantes voces masculinas
y femeninas —F. Giner de los Ríos, M. B. Cossío, C. Arenal, P. de Alcántara,
Joaquín Sama, Micaela Feltrer, Carmen Rojo, etc..— defendieron la importancia y
el fomento de la educación de párvulos. Se debatió sobre contenidos y métodos, formación
del magisterio de las escuelas de párvulos y sobre si este profesorado debía ser
masculino o femenino. Como conclusiones más importantes al respecto, el Congreso
se definió por la causa froebeliana y porque las mujeres fuesen las encargadas de la
41 Véase art. 10 del R. D. de 17 de marzo de 1882, creando un Patronato General de las Escuelas de
Párvulos, en Colección legislativa de primera enseñanza. 1877-1883. Op. cit., pp.621-630. Los miembros del
Patronato se nombraron por R. D. de 4 de abril del mismo año, y fueron: Presidente: D. Víctor Balaguer.
Vocales: D. Augusto Comas, D. Manuel M.a José de Galdo, D. Víctor de Isasa, D. Juan de Uña, D.a Concepción
Arenal, D.a Carmen Rojo y Herraiz, D. Joaquín Sama y D. Pedro de Alcántara García. (Los 3
últimos eran, respectivamente, la Directora de la E.N.C. de Maestras y los profesores encargados de la
enseñanza del curso especial de maestras de párvulos, creado en dicho Centro).
4 2 Dicho curso, para la formación de maestras de párvulos en el sistema Froebel —creado en 1882—
fue eliminado en 1884, incorporado, de nuevo en 1887 y definitivamente suprimido en 1889, coincidiendo
con las sucesivas reorganizaciones acaecidas en la E.N.C. de Maestras, en las fechas indicadas. (Véase
una amplia información sobre el citado curso en nuestra investigación, antes citada y también en COLMENAR
ORZAES, C: «La mujer como educadora de párvulos. La formación de maestras en el método educativo
de Froebel en España». Revista de Educación, 290 [1989], pp. 135-159.
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DUPANTE EL SIGLO XIX... 103
educación de párvulos. En este último sentido se corroboraba lo ya decidido por el
Gobierno en marzo de 188243.
2.5. Evolución de las escuelas de párvulos desde 1882 hasta final del siglo
En 1882 la situación de las escuelas de párvulos no era muy brillante en cuanto a
cifras, pues solamente había 347 escuelas públicas y 468 privadas. El desarrollo de
estas escuelas tampoco fue el necesario para las necesidades educativas de la España de
esta época, ya que se fue aumentando progresivamente su número, pero nunca llegó a
ser el idóneo. Según el censo de población de 1880, el número de niños españoles
menores de seis años (entre tres y seis años) era de 1.152.420, de los cuales 288.214
aparecían inscritos en las matrículas de las escuelas públicas, es decir la cuarta parte
del total. Según estos datos 864.209 niños (prescindiendo de los que acudían a las
escuelas privadas) no estaban escolarizados. De 581.423 niños de tres a seis años, acudían
a las escuelas públicas 162.167 (el 27,89 %) y de 570.997 niñas concurrían
126.044 (el 22,07 %)44.
La brecha que había abierto el interés por la institucionalización de las ideas pedagógicas
de Froebel quedó reducido, en la práctica, a la experiencia de la escuela
modelo «Jardines de la Infancia», la cual prosiguió su desarrollo, con algunas reformas
durante el siglo XX45. Los métodos de Froebel no se extendieron suficientemente
por las escuelas de párvulos españolas y —exceptuando algunos casos puntuales46—
en las escuelas donde se implantaron no se aplicaron bien por falta de medios materiales
y por la escasa preparación de su profesorado (a excepción de las maestras procedentes
del curso implantado en la Escuela Normal Central de Maestras). Lo más
que se hizo en algunas escuelas de párvulos y primarias fue establecer algunos procedimientos
didácticos froebelianos, como los juegos y los trabajos manuales.
El declive de la educación de párvulos, tras el momento de euforia subsiguiente a
los hechos de 1882, fue debido, sobre todo, a la anulación del Patronato General de
4 3 CONGRESO NACIONAL PEDAGÓGICO DE 1882: Actas de las sesiones celebradas, Sección 4.a,
Madrid, G. Hernando, 1882.
44 JUNTA DE INSPECCIÓN Y ESTADÍSTICA DE INSTRUCCIÓN PUBLICA: Estadística general de primera
enseñanza correspondiente al quinquenio que terminó en 31 de diciembre de 1885, Madrid, Imp. y
Fund. de Manuel Tello, 1888, p. 110.
Según datos aportados por M. B. Cossío, en 1900, el número de niños, con edades comprendidas
entre los 3 y los 6 años de edad, era de 1.322.497- Y en la estadística de 1908 (sin separar las escuelas de
párvulos de las primarias) se constataban 317.658 niños asistentes a dichas escuelas, contabilizando públicas
y privadas. Esto suponía un 24 % de la población infantil de 3 a 6 años (Véase COSSIO, M. B.: Op.
cit., p. 107).
45 Tras leves modificaciones decretadas para esta escuela en 1893, sobre enseñanza de la gimnasia y
educación musical de los alumnos, en 1895 se proyectó reformarla (Véase: FERRER Y RTVERO, P.: Tratado
de la legislación de primera enseñanza, Madrid, Lib. de Hernando y C.a, 1897, p. 111). A efectos de la inspección,
dependió de la Escuela de magisterio masculina de Madrid hasta 1946, en que esta función fue
encomendada a la de su igual clase femenina, denominada desde 1939 «María Díaz-Jiménez».
4" En un artículo, publicado en la revista la Escuela Moderna, en 1892, Eugenio B. Mingo (Director
de la escuela «Jardines de la infancia») nos da cuenta de la existencia en Madrid, en la calle Isabel La Católica
23, de una institución educativa, denominada Colegio Froebeliano, cuyo director era D. Joaquín Jorge
Baus. En dicho colegio privado se atendía a la educación en todos los grados de la enseñanza, desde la educación
de párvulos hasta los estudios universitarios.
104 CARMEN COLMENAR ORZAES
escuelas de párvulos inicial y a la primera supresión del curso creado para formar a las
maestras de estas escuelas, en 1884. Al decir de P. Alcántara:
«El Patronato y el curso se complementaban el uno al otro y formaban una
institución pedagógica de que en España no había ejemplo y que fue muy celebrada
en países extranjeros. Sin duda por ésto y por los excelentes resultados que en
su corta vida diera y las buenas Maestras que formó, se la combatió rudamente y
fue al cabo suprimida»47.
El curso de maestras de párvulos en el sistema de Froebel, tras diversas vicisitudes,
quedó suprimido definitivamente en 1889, como ya hemos apuntado y el Patronato
de las escuelas de párvulos, sustituido en 1884 (R.D. de 4 de julio) por otro Patronato
formado por una Junta de Señores, pertenecientes a la aristocracia, y presidido por
la Infanta D.a Isabel, que auxiliaría al Gobierno en los servicios de Beneficencia.
Esta reforma, llevada a cabo bajo el Ministerio de Fomento consevador de D. A.
Pidal y Mon, suponía un claro retroceso en lo avanzado hasta el momento en la educación
de párvulos. Se volvía a las concepciones originarias de que las escuelas de párvulos
tenían un carácter vinculado a los servicios de beneficencia, en detrimento del
fin eminentemente educativo, que debía fundamentar la base de estos establecimiento
para la niñez. En este sentido, el Gobierno se mostró partidario de sustituir la
dirección técnica sobre las escuelas de párvulos, llevada por personas acreditadas en el
ramo de la enseñanza, encomendando ahora la dirección de estas escuelas a la Junta
de Señoras, sin duda respetable, aunque probablemente inexperta en cuestiones pedagógicas.
El R. D. de 4 de julio de 1884 delimitaba las atribuciones de la Junta de Señoras,
con respecto a las escuelas de párvulos y preceptuaba, entre otras cuestiones, los conocimientos
más esenciales que debían adquirirse en ellas: doctrina cristiana, deberes y
formas de cortesía, letras y números, ideas claras y sencillas de cosas y canto48. El
Reglamento por el que habría de regirse el Patronato se aprobó en 16 de mayo de
1885 y —según palabras de Pedro de Alcántara— el Patronato desempeñó su cometido
con «cariñosa solicitud». Redactaba una memoria anual de sus actividades y en
1899 había fundado y sostenido unas veinticinco escuelas en diversas provincias españolas,
además de subvencionar algunas de las que se habían establecido voluntariamente49.
Los hechos apuntados hasta aquí hicieron cargar las tintas de desánimo sobre el
estado de las escuelas de párvulos a finales del siglo XIX. Para hacer esta afirmación
nos estamos basando en las argumentaciones de algunos de los más directos interesados
en la época en la educación de párvulos. Junto a los testimonios recogidos de
P. de Alcántara, Matilde García del Real (maestra primera de la escuela «Jardines de
la Infancia» e Inspectora de las escuelas de Madrid) se lamentaba así del estado de las
escuelas de párvulos en España después de 1889:
47 ALCÁNTARA GARCÍA, P. DE: Art. cit. («Del froebelianismo...», p. 433). El Patronato acababa de
publicar unas Instrucciones para la construcción de los edificios destinados a escuelas de párvulos, se ocupó
del programa de estas escuelas y las promovió con éxito en Galicia, donde apenas eran conocidas. A consecuencia
de la R.O. de 23 de diciembre de 1882, promulgada a instancia de una moción del Patronato
sobre creación de escuelas de párvulos, se fundaron unas 13 escuelas en varias regiones de España.
48. R. D. de julio de 1884. En MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Op. cit., pp. 16-17.
49 ALCÁNTARA GARCÍA, P. DE: Art. cit., pp. 437-438.
LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS EN ESPAÑA DURANTE EL SIGLO XIX... 105
«Después todo esto desapareció: diferentes disposiciones oficiales dieron el
golpe de gracia a las Escuelas de párvulos, pudiendo decirse que esta Institución
desaparece de España, quedando convertidas aquéllas en Escuelas primarias de
niños de tres a siete años. Y no podía ser de otra manera: sin preparación especial
alguna; con oposiciones en que, con un mismo programa e idénticos ejercicios, se
proveen indistintamente Escuelas primarias y Escuelas de párvulos; con locales
semejantes, sin patios ni jardines, pues en las grandes poblaciones éstos han desaparecido
casi por completo...»50.
Esta autora, en el año 1924, se lamentaba de que no existiese en España una preparación
y selección cuidada del profesorado para las escuelas de párvulos y demandaba
el restablecimiento de un curso especial, o al menos la creación de cátedras y cursos
de prácticas de educación de párvulos en las Escuelas Normales o en otros centros
educativos51.

Colmenar, C. (2010). Las escuelas de párvulos en España durante el siglo XIX: Su desarrollo en la época de la Restauración. Historia de de la educación,10, 89-105. Recuperado de http://revistas.usal.es/index.php/0212-0267/article/view/6914/6895

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